Enrique Morente, in memoriam

Enrique Morente

El cantaor granadino Enrique Morente murió el día 13 de diciembre de 2010 en Madrid, dejando huérfano el arte del flamenco en España.

Morente fue el Picasso del cante, el cantaor libre, el artista que se atrevió a meter mano en un tesoro que muchos juzgaban intocable y que, pese a los truenos de los puristas, renovó formas, músicas, letras y vísceras (…) Su arte por derecho, su fina inteligencia, su sensibilidad y afición, y una ironía ferozmente tierna le unían al tronco más noble del flamenco. (Miguel Mora, El País, 14.12.2010)

Una escucha completa a la discografía de Enrique Morente no sólo permite hacer un recorrido por la evolución del flamenco en la segunda mitad del siglo XX. También es una obra completa, personal, la antología de un cantaor que demostró desde joven ser un gran conocedor de la tradición, y que con el discurrir de los años fue abriendo sus caminos a la experimentación, hacia terrenos inexplorados para un arte oscuro y minoritario, que le han convertido en uno de los artistas imprescindibles de su tiempo.  (Ángeles Castellano, El País, 13.12.2010)

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2 thoughts on “Enrique Morente, in memoriam”

  1. Un texto sobre un relato fantástico ( = un cuento en el Oriente):

    Había una vez una princesa guapa y un príncipe firme apuesto que querían casarse, pero el malvado visir del reino vecino robó a la princesa y la encarceló la en el calabozo más oscuro y más frío.

    El maharajá dio al príncipe el mejor caballo, el mejor casco y la mejor espada del reino. Así nuestro príncipe salió para salvar a la princesa. El viaje al reino vecino fue largo y duro. El príncipe cruzo tres ríos bravos, tres bosques lúgubres, tres sierras y el gran desierto seco. En el desierto se murió su caballo, en un río perdió su casco y su espada cayó en una garganta.

    Cuando llegaba a la muralla de la ciudad donde estaba el palacio enorme del malvado visir, el príncipe había estaba desesperado de por salvar la princesa. En la ciudad encontró un mendigo viejo a quien narró su historia y con quien compartió sus ultimos abasto alimentos. Como Gracias a que el mendigo mostró al príncipe una entrada secreta a las cárceles del palacio, el príncipe pudo liberar a la princesa de las cárceles, sin que el malvado visir dándose se diese cuenta de nada.

    Cuando los dos habían vuelto volvieron, la princesa y el príncipe se casaron y vivieron felices hasta su muerte.

  2. ¡Qué cuento tan bonito, Max! Observo una evolución muy positiva en tu expresión escrita: un estilo muy adecuado, construcciones literarias y pocas faltas.
    El error más importante que has hecho es escribir el acusativo de persona sin la preposición “a”: en español todos los acusativos de persona tienen esta preposición “salvar a la princesa”, “liberar a la princesa”. No lo olvides 😉

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