Cuento: Un camino hacia el norte

Jesús Dionisio y su nieta Claveles emprendieron una larga marcha con destino a la capital. En el camino, el viejo escultor de santos recuerda el día que su hijo militar llegó con una bebita argumentando que era su hija y que desconocía el paradero de la madre. Claveles se crío con sus abuelos y aunque poseía carácter indómito, ayudaba a la abuela en las labores del hogar y al abuelo en su producción de santos. Todo cambio desde el día en que fue enterrada la esposa de Jesús Dionisio: Amparo Medina. Ante la irremediable perdida, Jesús comenzó a beber y cambió su trabajo por uno de estilo más sombrío, la casa se fue deteriorando, los animales murieron uno por uno, y al poco tiempo vivían en la extrema pobreza. Claveles se fue a trabajar fuera por un tiempo y regresó esperando un hijo. El abuelo se había sumido en lo más decadente de su existencia.  La llegada del hijo de Claveles cambió los aires del entorno. El abuelo dejó la bebida y bautizó a su bisnieto con el nombre de Juan, sin embargo, la eventual actitud extraña del niño los hicieron sospechar. Luego de unos análisis médicos se diagnosticó que el hijo de Claveles era sordo y que por lo tanto será mudo. Jesús Dionisio no se sorprendió y dispuso que ellos mismos educarán a Juan. Juan Picero creció con un estrecho vinculo con su bisabuelo y aprendió a valerse por si mismo a pesar de su defecto, llegado los siete años, le fue negada la entrada a la escuela, lo que provocó en su bisabuelo una indignación completa. El achacoso viejo consoló a su nieta diciéndole que ellos mismos se ocuparán de enseñarle a Juan un oficio en la vida.

Por esas fechas llegaron unos voluntarios de la señora Dermoth cuya labor consistía en ubicar niños enfermos para ofrecerlos en adopción a prósperas familias del norte bajo consentimiento de los familiares del infante. El bisabuelo se negó rotundamente en dar en adopción a Juan. Los voluntarios le insistieron subrayando el factor sordera de Juan pues allá, en el norte, había hospitales que seguramente corregirían el mal. Jesús Dionisio no cambió de opinión. Pasados los días, Claveles se sorprendió varias veces observando los folletos que dejaron. Claveles se encontró, fuera de la vista de su abuelo, varias veces con los jóvenes voluntarios. En el último encuentro le enseñaron la foto de una agradable pareja interesada en adoptar a Juan y que además le ofrecían doscientos cincuenta dólares en ayuda. Claveles había comparado en varias ocasiones su miserable cuarto con los lujos de los folletos. Y entonces aprovecho la ausencia de Jesús Dionisio para vestir a su hijo con sus mejores ropas y explicarle con señas que todo lo hacia por su bien. El bisabuelo enfureció al oír la noticia y acusó a su nieta de llevar sangre de mala madre que abandona a sus críos. No se volvieron a dirigir la palabra hasta que se escucho por la radio de una banda que engañaba a padres en extrema pobreza a los cuales ofrecían dinero o ayuda para sus hijos y que estaban implicados en el tráfico de órganos. Jesús Dionisio y su nieta Claveles están en la capital para preguntar si su nieta podría ser alguna de sus víctimas.

4 thoughts on “Cuento: Un camino hacia el norte”

  1. Este cuento queda en la cabeza. El desenlace que es a la vez horrible y sorprendente refleja la realidad de los países occidentales. Por un lado el tráfico de organes es por desgracia ya una realidad. Por otro lado este tráfico simboliza la explotación de los recursos humanos de los países menos desarollados según la terminologia adoptada por el dogma occidental. Para mí y más allá de la tragedia del tráfico este (sin ocultarlo o pasarlo por lo alto) caracteriza de manera apenas metafórica el empleo de académicos procedientes de los países del sur en universidades y empresas en Europa y EEUU. La lucha entre el abuelo y su nieta en cuanto al provenir del niño llama la atención y reabre el debate sobre la definición de la felicidad en los países occidentales. Así que Isabel A. hace resaltar el espejismo de la vidad feliz con muchos objetos y en un paisaje de postal mientras que a los campesinos se los percibe como parangones de misera.
    Escribí la primera parte del comentario como un grito. Ahora más tranquilo prefiero dedicarme a la cosntrucción de la historia. Suena como un episodio de la serie de ciencia ficción “Twilight zone”. La demostración de Isabel A. logra tanto más su objetivo cuanto más sencillo está el uso de recursos literarios. La sencillez queda una arma retórica muy potente.

  2. Para mí este cuento fue tan brutal que tuve pesadillas toda la noche… y, como dice Patrick, es que lo que se cuenta como una alegoría es, por desgracia, una realidad y mucho peor de lo que se percibe en el relato.

    Aquí tenéis un enlace para ver un ejemplo de la situación actual de las relaciones entre el primer y el tercer mundo:

    http://www.telesurtv.net/noticias/contexto/392/carta-abierta-de-evo-morales-a-proposito-de-la-directiva-de-retorno-de-la-ue/

    ¿Está en nuestras manos que las cosas cambien en nuestro planeta?

  3. Es un cuento muy emocionante. Isabel Allende describe el destino de esta familia de una manera tan convincente que se puede casi sentir sus sentimientos. Así consigue tratar el tema de tráfico de órganos de una forma arrebatador como no es posible en un artículo más o menos neutro en un periódico. El viejo artesano que pierde su bisnieto, que le ha devuelto la algería de vivir después del muerte de su mujer, de esa manera tan bruto queda en la memoria. No es una noticia entre muchas otras.

  4. Jesús Dionisio Picero era artesano y vivía con su esposa Ampara Median en muy pobres condiciones. De sus trece hijos solo cinco sobrevivían. Cuando todes eran adultos y habían salido de la casa Jesús y Amparo Medina pensaben que había terminado la crianza. Pero un día el menor volvío con un bebé y se lo puso sobre las rodillas a Amparo Medina contando que la madre dejo a la chiquita y le escribía un papel que el padre es él. Proponía el nombre Claveles para la niña y se iba a cumplir su servicio militar.
    Claveles creció y cuando tenía nueve años Amparo Medina falleció y Jesús se preocupaba de la niña. Pero el daño de su esposa era muy dura pare él. Por primera vez en su vida rebelló contra su destino y se preguntó por qué a ella se la habían llevado sin él. Cuando Claveles tenía 14 años partió a trabajar en un pueblo vecino. Después de un año y media regresó a casa con una barriga gorda y encontraba todo en desorden: La cas, el taller y incluso su abuelo que la confundió con su esposa fallecida. Claveles le dijó a Jesús que es su nieta y que volvía para quedarse. Inmediatamente empezaba a arreglar todo. Con el tiempo y de nuevo una mujer en casa también Jesús se restablecía y cuando el niño de Claveles nació Jesús determinó que se llama Juan porque Juan era el mejor amigo de Jesús Cristo y el niño va a ser el mejor amigo de él. Poco después Claveles y Jesús se daban cuenta que el niño no era normal porque por ejemplo no reaccionaba cuando le hablaban. Le llevaban al hospital donde les confirmaban que era sordo y mudo. Jesús y Claveles determinaban que van a educarle lo normal que posible y pronto se daban cuenta que no era tonto.
    Un día aparecieron los voluntarios de la señora Dermoth y después de oir que familias ricas quieren adoptar a su niño Claveles entregó Juan a ellos. Jesús rebelló en casa porque quería mucho a su bisnieto y no hablaba mas con Claveles. Un día oió a la radio que la señora Dermoth era una banda que vendían los niños a banvos de órganos. La policía había encontrado todavía los ultimos 28 niños. Claveles y Jesús se iban inmediatamente al capital para preguntar al Secretario de Bienestar Social si entre los rescatados estaba el suyo.

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