Clarisa era una curandera que había nacido cuando aún no existía la luz eléctrica de modo que vivió todos los avances científicos y alcanzó fama de santa luego de su muerte. Su capacidad de curandera asombraba a más de uno y su compasión hacía los pobres notoria, pues se desprendía de todas sus pertenencias al toparse con ellos. Vivía en un caserón ruinoso donde había existido su marido, juez muerto 40 años atrás y de quien los ecos de su voz bien podría seguir escuchando Clarisa. La narradora nos cuenta que Clarisa y el juez tuvieron dos hijos cuyo evidente retraso no menguó su amor por ellos y sí en cambio, fue un factor para que el juez se aislara del mundo y se encerrara en un cuarto para siempre hasta su muerte.
Una noche, un asaltante visitó a la anciana quien, para sorpresa del hampón, no se dejó impresionar y antes aún, le ofreció todo el dinero que le quedaba y té y galletas para la noche. El ladrón y la anciana se hicieron amigos pues éste le platicó las desgracias que en ese momento pasaba y ella lo tranquilizó anotándolo en su lista de protegidos. Durante los siguientes años el ladrón mandó un regalo a su vieja protectora hasta su muerte.
Clarisa tenía todo tipo de amistades, de hecho conocía a gente de cierto poder a los que pedía ayuda para sus protegidos.
Pasado el tiempo –y a pesar de tener ya a su esposo aislado del mundo- Clarisa tuvo todavía otros dos hijos más que nacieron sin ningún problema y que ayudaron a la madre con sus dos primeros vástagos.
Pasados los años, Clarisa se las ingenió para mantener a sus cuatro hijos y además personas que dependían de ella. Ya anciana, se enteró que el Papa visitaba la ciudad, lo cual le inyectó nuevos bríos para ir a verlo en persona pues desconfiaba profundamente de la televisión.
De regreso en casa, Clarisa le avisó a su esposo que estaba por morir a lo que el juez le repitió que no estaba para que lo molesten. Una mujer –la narradora- ayudó a Clarisa a esperar serena la muerte. Fue testigo de las interminables visitas que recibió la anciana –una de ellas el ladrón que convido a cenar- y testigo de la única confesión que hizo: se había negado a cumplir sus deberes conyugales. Fue la confesión que bastaba para que la narradora notara que un señor de alcurnia que venía a despedirse de ella, poseía los mismos gestos y porte que sus dos últimos hijos. Esa noche murió Clarisa.
Hola Sonsoles
Este cuento es interesante porque Clarisa actúa como una beata pero con sentido de justicia .Éste contiene bastante vocabulario, lo que dificulta la comprensión del texto. Como en muchos de sus cuentos Isabel Allende destaca el papel dominante de las mujeres en la sociedad a pesar del machismo. Como siempre el desenlace asombra al lector.
Patrick
Hola Sonsoles
Este cuento es interesante porque Clarisa actúa como una beata pero con sentido de justicia .Éste contiene bastante vocabulario, lo que dificulta la comprensión del texto. Como en muchos de sus cuentos Isabel Allende destaca el papel dominante de las mujeres en la sociedad a pesar del machismo. Como siempre el desenlace asombra al lector.
Patrick
El cuento me gusta mucho porque me hace arordar un poco a mi abuela y su extrema actitud católica. Una actitud que puede evocar la divisíon entre el pecado y la alegría de vivir. A menudo esta divisíon fue un problema para la gente en el pasado. El fin mostra que Clarisa a pesar de actúar como beata es una persona normal aun cometiendo errores y a quien se puede confrontar.