Una de mis canciones favoritas… con una actividad para trabajar las formas verbales 🙂
Ojalá (Silvio Rodríguez)
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=qmboJCgturg[/youtube]
Una de mis canciones favoritas… con una actividad para trabajar las formas verbales 🙂
Ojalá (Silvio Rodríguez)
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=qmboJCgturg[/youtube]
Princesas (Fernando León de Aranoa)
Me llaman Caye (Manu Chao) Letra y actividad sobre la canción
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=76kQSQtv3rA&feature=related[/youtube]
Una vez más llegamos al final del semestre. Terminamos tantas semanas de trabajo con una canción de Manu Chao. Con música vamos a intentar alegrar la despedida y alentar las ganas de seguir aprendiendo la lengua española y “sus culturas”.
¡Hasta siempre, mis queridos alumnos!
Rolf Carlé, un prestigiado reportero de televisión cuya trayectoria abarca guerras y catástrofes, acudió a cubrir la erupción de un volcán que había provocado un desprendimiento de hielo que al descongelarse cubrió con lodo extensas poblaciones. Ahí conoció a una niña de nombre Azucena que había quedado sepultada por el barro y que estaba atorada pues sus hermanitos se habían aferrado a ella a la hora del desastre. El audaz periodista se vio de pronto identificado con el dolor emocional de Azucena, gradualmente dejó de reportar el terrible desastre que ocurría a su alrededor para prestar atención y ayuda desesperada para desenterrarla. La cara de la niña emergida del barro dio la vuelta al mundo pues todos los medios se concentraron en aquel espectáculo de horror. Tres días pasaron y los esfuerzos de Rolf habían sido inútiles. Azucena seguía atrapada en el fango y Rolf sólo pudo ofrecerle compañía. Mientras pasaban las horas Rolf recuerda su vida y lo que ha pasado en ella, lo extraño y lo reconocible. Su encuentro con Azucena fue decisivo en su vida por el impacto que le causo. Rolf quiso consolarla y fue Azucena quien le dio consuelo a él.
Azucena murió y la narradora admite que desde entonces no volvió a ser el mismo.
Un país latinoamericano llenó de selva y tradición, de pobreza y riqueza. En un lugar de la región conocido como San Jacinto, manda un caudillo autoproclamado El Benefactor, hombre inspirado para las intrigas pero desconfiado por naturaleza, especialmente de las mujeres. Si bien en la capital había indicios de modernidad, el resto del país, vivía sumido en la miseria y la ignorancia, los antiguos habitantes de la zona, habían desaparecido por vocación y por miedo ante la llegada de los conquistadores. El ferrocarril era un síntoma irrefutable de progreso y unía los cuarteles con el palacio de verano del Benefactor que fue contruído luego de que un explorador belga había señalado cierto lugar como el más bellos y completo del planeta.
La esposa de un recién nombrado embajador, vino entonces, a mover los andamios más sólidos del poder. El Benefactor se quedó impresionado de la señora Marcia Lieberman; su belleza y gracia no podían compararse con ninguna de las mujeres con las cuales había compartido, escasas horas, de su vida. Luego de concerla en una cena más de protocolo, no halló reposo ni tranquilidad. Una noche se presentó en casa de la señora y, a pesar de su avanzada edad, la invitó formalmente a irse con él. Marcia Lieberman tuvo razones para aceptar la invitación: su matrimonio no funcionaba y se sintió conmovida por la soledad del viejo. De espíritu libre, quedó fascinada por la inmensa naturaleza que tenía frente a ella, el Benefactor por su parte, y luego de hacer correr al esposo diplomático, tuvo un tardío pero intenso romance con la joven. Entonces decidió el Benefactor llevar a Marcia a su bello palacio. Marcia quedo fascinada con aquel lugar abandonado pues todo tipo de plantas habían penetrado por los interiores. El anciano tirano reclutó un séquito para que la sirviesen y se despidieron luego de un inesperado hecho. Rendido por los lances amorosos se quedo dormido, por primera vez en su vida, en brazos de una mujer. El Benefactor supo que corría peligro el poder cuando se es abrazado. Se despidieron para no verse jamás. Al paso de los años, las noticias de que el anciano cacique de la zona había muerto, apenas se oyó en el palacio que poco a poco se había mezclado con la selva.
Muchos años, después, una expedición comprendida por profesionales, buscó el mítico palacio sin suerte, los aldeanos hablan de extrañas apariciones. En su momento Marcia se acostumbro a ellas. Apariciones que remontan de tiempos de la conquista.
Analía Torres quedó huérfana. Su tío Eugenio pasó a ser su tutor y administrador de las tierras que había heredado. Analía ingresó a muy temprana edad al Colegio de las Hermanas del Sagrado Corazón. Ahí recibía de cuando en cuando, breves notas de parte de su tío sin embargo, en el fondo sospechaba qué éste codiciaba sus tierras. Al cumplir 16 años, Analía conoció a su tío Eugenio quien la visitó por primera vez. El encuentro fue áspero pues la joven irritaba al tío con extrañas provocaciones. Al platicar el tío con la madre superiora, cae en cuenta de que nunca le mandó regalos en Navidad y jamás preguntó por ella.
Al poco tiempo, el tío regresó al convento para anunciarle a la madre que ahora será su hijo Luis quien se escribirá con su sobrina.
Analía comenzó a recibir cartas de su primo, al principio no las abría pensando que era otro ardid más del tío. Pero poco después, las leyó y eventualmente, una vez reconocida en él, las respondió. Analía se grabó la caligrafía y buen gusto de su primo, empezó a sentir emociones ajenas hasta ese entonces, que intentó reprimir imaginando que su primo era en extremo desagradable. No funcionó y en poco tiempo, se escribían usando un sistema de códigos que ocultaba un amor latente y confeso. El día que Analía conoció en persona a Luis se decepcionó pues era mas bien guapo y atractivo. El cortejo fue breve y la boda próxima. Analía continuó desencantándose de su príncipe azul y se convenció de que ella misma se enamoró de una ilusión. Al año nació su hijo, los esposos eran tan ajenos para entonces que sólo el niño notaba el tamaño de sus frustraciones. Llegado el momento de inscribirlo en la escuela, Analía se impuso sobre Luis para inscribirlo en una escuela de la zona. Justo comenzaba el niño a traer buenas calificaciones cuando un accidente cobró la vida de Luis Torres. Analía había reparado algo extraño en una nota de felicitación del maestro de su hijo cuando ocurrió la desgracia. Sin embargo, suspiro por el alivio de significarse viuda y tomó entonces las riendas de su vida. Agradeció a su tío Eugenio tantos años de dedicarse a sus tierras pero ahora le resultaba prescindible, cambió de personal y una vez que pusiera al día los documentos del negocio fue con rumbo a la escuela de su hijo. Le pidió que le enseñará a su maestro y llegó presentándose.
El maestro agradeció los dulces que anteriormente había mandado pero Analía lo sorprendió con una caja llena de cartas. El maestro palideció y le preguntó cómo lo pudo haber averiguado. Ella reconoció la misma caligrafía de las cartas en las notas escritas a su hijo. Él no la quiso engañar, fue un favor que le hizo a su amigo Luis Torres, que en paz descanse, y nada pudo hacer cuando empezó a tener respuestas. El perdón dependerá de usted le dice Analía al maestro.
Mucho se especuló que la nueva reina del carnaval: la señorita Dulce Rosa Orellano, si bien resultaba graciosa y bella, había otras concursantes que superaban notablemente a la ganadora y que la razón por la que se hizo merecedora de tal distinción es la fuerza política de su padre el senador Anselmo Orellano. La fama de dicha belleza llegó a oídos incluso del rebelde Tadeo Céspedes quien antes de llegar al poder realizó una expedición punitiva por los terrenos del senador. El senador ordenó encerrar a su hija en la última habitación de su finca y se prestó a defenderla con pistola en mano. Consciente de su derrota, El senador llegó agonizante a la recamara de Dulce Rosa con la intención de matarla. La niña sin embargo, le pide al padre que la deje viva para vengarlo. El senador vio la suficiente determinación en los ojos de la niña que cumplió su deseo. Esa noche Tadeo violó a Dulce Rosa que engendró desde entonces el deseo de la venganza.
Tadeo por su parte regresó a la capital a rendir cuentas de sus actos.
Con la llegada de los nuevos tiempos, fue nombrado alcalde y llegó a cultivar respeto alrededor de su persona. Toda marchaba bien en la vida del alcalde excepto por el recuerdo de aquella tarde en la que embriagado de pólvora y poder destruyó la dignidad de una niña. Cierta noche no pudo más con los recuerdos y se dirigió al lugar de los hechos. Dulce Rosa por su parte se había repuesto del ultraje y volvió a levantar la finca. Su belleza aumento y tuvo incluso algunas propuestas de matrimonio. La noche en que Tadeo se presentó en sus terrenos la produjo una enorme satisfacción pues día y noche lo llamaba con el pensamiento. Nuevamente solos y juntos. Tadeo le confeso haber estado todo este tiempo arrepentido y enamorado de ella. Dulce Rosa por su parte no encontró los viejos odios y se topó con una imagen muy distinta del agresor. Ambos se reencontraron y pronto anunciaron su boda. Dulce Rosa se descubrió enamorada del hombre que más odiaba pero aún así el recuerdo de su padre asesinado no la dejaba en paz. Todo estaba listo para el festejo salvo por la novia que no apareció. Tadeo la encontró aislada en un cuarto, rodeada de sangre como la primera vez que la vio.
Gilberto, Filomena y Miguel eran los tres hermanos Boulton descendientes de un comerciante de Liverpool. Gilberto escribía poemas a su edad de más de setenta años, era el único que fue criado en Inglaterra por lo que mantenía manías del supuesto rango. Filomena era viuda y abuela y cuidaba a sus hermanos; uno anglófilo y el más pequeño cura. Miguel no sólo era un sacerdote radical que compartía las desgracias de sus feligreses, también era capaz de protestar contra el régimen militar que se había apropiado del país. Denunciaba torturas y llegó a ser tan conocido que seguramente le ahorró ser desaparecido.
Miguel sufrió un ataque que le dejo ciego repentinamente. Fue llevado a casa de su hermana pero, ante la gravedad del asunto fue llevado aun hospital, el más miserrimo que existía, pues el padre Miguel se negaba a entra a lugares con olores petulantes o de platicas sofisticadas. Al ser atendido, el medico sugirió ser visto por un especialista en el hospital militar o en el del Opus Dei. Miguel se negó a ir a cualquiera de los dos pero fue persuadido por Filomena para ser revisado en el segundo. El oftalmólogo del Opus fue sincero y dijo que sólo un milagro le salvaría la vista al padre. EL padre Miguel enmudeció. Filomena tomó cartas en el asunto y junto con Gilberto y el guardaespaldas de su hermano, se dirigieron donde se le pedían favores a Juana de los Lirios: una mujer cuya fama de milagrosa había trascendido fronteras luego de su muerte. Para Filomena era una santa que algún día reconocerán. Para Miguel que mejor milagro entonces que la caída del dictador. Gilberto se secaba el sudor pensando en las vueltas de la vida.
El padre Miguel fue operado en el hospital del Opus Dei posteriormente. Al regreso a casa de Filomena, Miguel recibió innumerables visitas de afectados, poco después la noticia de que el padre Miguel había recuperado la vista corrió con voz propia. En una fiesta que se organizó más adelante, el Padre Miguel pidió recolectar firmas para pedir la beatificación de Juana de los lirios.
Os presento una nueva propuesta para que sigáis practicando el español durante el verano de una manera amena y entretenida.
Pinchad aquí para descubrir de qué se trata.
La inseparable pareja de Ana y Roberto Blaum, mantuvo por 50 años su compañía ininterrumpidamente es decir, jamás se separaron. Cuando se conocieron él era un joven con aspiraciones de médico y ella una violinista llena de candor e inocencia. Fue la música la que los unió. Al llegar la guerra, los Blaum tuvieron que emigrar por sus raíces no arias y llegaron a otro continente a establecerse. Las habilidades del doctor Blaum pronto le dieron notoriedad no sólo por sus extraordinarias capacidades médicas sino por su autentico altruismo al ejercer su oficio. Además, el doctor Blaum es notable por sus ensayos a favor de una muerte digna y necesaria. Algunos lo atacaron de ser partidario de la eutanasia y otros mas de racista y enfermo. Lo cierto es que los Blaum envejecieron siendo admirados y queridos por todos.
El narrador del cuento narra la manera de cómo conoce a los Blaum –una emergencia que desde luego es solucionada por el susodicho-, y su creciente amistad con ellos. Como la pareja no tenía hijos, los Blaum trataron al narrador como un hijo por ello acudieron a él cuando el doctor le pidió que le consiguiera un lugar apartado de la prensa y las multitudes pues necesitaba tiempo para escribir otro libro. La fama del doctor había aumentado y sus polémicos libros lo hicieron famoso y solía ser visitado por enfermos, periodistas, colegas, curiosos etc.
Un año dejó el narrador de ver a los Blaum cuando se reencontró con ellos, Ana había muerto apaciblemente ayudado por Roberto quien tenía preparada una inyección para él. Roberto nunca escribió una línea, se dedicó ese año a su mujer quien fue diagnosticada con cáncer terminal. La pareja había pactado su último año, inseparables como siempre fue. Ahora el narrador escucha la suplica de Roberto quien le pide ayuda a buen morir pues él solo, no puede hacerlo.