Mucho se especuló que la nueva reina del carnaval: la señorita Dulce Rosa Orellano, si bien resultaba graciosa y bella, había otras concursantes que superaban notablemente a la ganadora y que la razón por la que se hizo merecedora de tal distinción es la fuerza política de su padre el senador Anselmo Orellano. La fama de dicha belleza llegó a oídos incluso del rebelde Tadeo Céspedes quien antes de llegar al poder realizó una expedición punitiva por los terrenos del senador. El senador ordenó encerrar a su hija en la última habitación de su finca y se prestó a defenderla con pistola en mano. Consciente de su derrota, El senador llegó agonizante a la recamara de Dulce Rosa con la intención de matarla. La niña sin embargo, le pide al padre que la deje viva para vengarlo. El senador vio la suficiente determinación en los ojos de la niña que cumplió su deseo. Esa noche Tadeo violó a Dulce Rosa que engendró desde entonces el deseo de la venganza.
Tadeo por su parte regresó a la capital a rendir cuentas de sus actos.
Con la llegada de los nuevos tiempos, fue nombrado alcalde y llegó a cultivar respeto alrededor de su persona. Toda marchaba bien en la vida del alcalde excepto por el recuerdo de aquella tarde en la que embriagado de pólvora y poder destruyó la dignidad de una niña. Cierta noche no pudo más con los recuerdos y se dirigió al lugar de los hechos. Dulce Rosa por su parte se había repuesto del ultraje y volvió a levantar la finca. Su belleza aumento y tuvo incluso algunas propuestas de matrimonio. La noche en que Tadeo se presentó en sus terrenos la produjo una enorme satisfacción pues día y noche lo llamaba con el pensamiento. Nuevamente solos y juntos. Tadeo le confeso haber estado todo este tiempo arrepentido y enamorado de ella. Dulce Rosa por su parte no encontró los viejos odios y se topó con una imagen muy distinta del agresor. Ambos se reencontraron y pronto anunciaron su boda. Dulce Rosa se descubrió enamorada del hombre que más odiaba pero aún así el recuerdo de su padre asesinado no la dejaba en paz. Todo estaba listo para el festejo salvo por la novia que no apareció. Tadeo la encontró aislada en un cuarto, rodeada de sangre como la primera vez que la vio.
Hola los demás
tengo la impresión de gritar en el desierto. Este cuento me ha gustado bastante.
Isabel A. pone de manifiesto el hecho de que algunos rencores u otros sentimientos fuertes a veces no duran mucho tiempo. Fue lo que una vez describí como su propio engaño, es decir que cada uno cree su propio mitología. Al final la fuerza del recuerdo del Senador venció su amor y sus ganas de casarse con el Céspedes.
Céspedes ¡ que nombre tan raro! le falta la máquina para cortarlo.
Hola Patrick,
aunque grites en el desierto, siempre hay un “oasis” que escucha tus palabras 😉