Cuento: El huésped de la maestra

La maestra Inés sólo podía confiar en su amigo, el árabe Riad Halabí, en una situación de extrema importancia. Después de todo, su amistad se remontaba varios años y fue el árabe quien ayudó a Inés el día que asesinaron a su único hijo, y fue también el árabe quien le sugirió poner una pensión en su casa. Por eso Riad no dudó ni un momento cuando la maestra Inés le anunció en su tienda que había matado a un huésped. Al acudir a la escena del crimen Inés le confiesa al turco que siempre supo que tarde que temprano volvería a ver al asesino de su hijo. Riad ayudó a Inés a deshacerse del cadáver sin dejar huella del asesinato. La maestra Inés era querida por todos por su indudable apoyo a los desprotegidos. Todos sentían que algo le debían sea la facultad de leer o el recuerdo del estomago llenó en los días que normalmente no había con qué llenarlo. Todos le debían algo y por eso todos podrían ayudar en algo.

Cuento: Un camino hacia el norte

Jesús Dionisio y su nieta Claveles emprendieron una larga marcha con destino a la capital. En el camino, el viejo escultor de santos recuerda el día que su hijo militar llegó con una bebita argumentando que era su hija y que desconocía el paradero de la madre. Claveles se crío con sus abuelos y aunque poseía carácter indómito, ayudaba a la abuela en las labores del hogar y al abuelo en su producción de santos. Todo cambio desde el día en que fue enterrada la esposa de Jesús Dionisio: Amparo Medina. Ante la irremediable perdida, Jesús comenzó a beber y cambió su trabajo por uno de estilo más sombrío, la casa se fue deteriorando, los animales murieron uno por uno, y al poco tiempo vivían en la extrema pobreza. Claveles se fue a trabajar fuera por un tiempo y regresó esperando un hijo. El abuelo se había sumido en lo más decadente de su existencia.  La llegada del hijo de Claveles cambió los aires del entorno. El abuelo dejó la bebida y bautizó a su bisnieto con el nombre de Juan, sin embargo, la eventual actitud extraña del niño los hicieron sospechar. Luego de unos análisis médicos se diagnosticó que el hijo de Claveles era sordo y que por lo tanto será mudo. Jesús Dionisio no se sorprendió y dispuso que ellos mismos educarán a Juan. Juan Picero creció con un estrecho vinculo con su bisabuelo y aprendió a valerse por si mismo a pesar de su defecto, llegado los siete años, le fue negada la entrada a la escuela, lo que provocó en su bisabuelo una indignación completa. El achacoso viejo consoló a su nieta diciéndole que ellos mismos se ocuparán de enseñarle a Juan un oficio en la vida.

Por esas fechas llegaron unos voluntarios de la señora Dermoth cuya labor consistía en ubicar niños enfermos para ofrecerlos en adopción a prósperas familias del norte bajo consentimiento de los familiares del infante. El bisabuelo se negó rotundamente en dar en adopción a Juan. Los voluntarios le insistieron subrayando el factor sordera de Juan pues allá, en el norte, había hospitales que seguramente corregirían el mal. Jesús Dionisio no cambió de opinión. Pasados los días, Claveles se sorprendió varias veces observando los folletos que dejaron. Claveles se encontró, fuera de la vista de su abuelo, varias veces con los jóvenes voluntarios. En el último encuentro le enseñaron la foto de una agradable pareja interesada en adoptar a Juan y que además le ofrecían doscientos cincuenta dólares en ayuda. Claveles había comparado en varias ocasiones su miserable cuarto con los lujos de los folletos. Y entonces aprovecho la ausencia de Jesús Dionisio para vestir a su hijo con sus mejores ropas y explicarle con señas que todo lo hacia por su bien. El bisabuelo enfureció al oír la noticia y acusó a su nieta de llevar sangre de mala madre que abandona a sus críos. No se volvieron a dirigir la palabra hasta que se escucho por la radio de una banda que engañaba a padres en extrema pobreza a los cuales ofrecían dinero o ayuda para sus hijos y que estaban implicados en el tráfico de órganos. Jesús Dionisio y su nieta Claveles están en la capital para preguntar si su nieta podría ser alguna de sus víctimas.